Emotivo homenaje a Ariel Ramírez en el Teatro Colón

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Momentos emotivos, piezas de antología y las actuaciones destacadas de Abel Pintos, El Chango Spasiuk y el Coro Estable del Teatro Colón, confluyeron en la noche de este miércoles en el Primer Coliseo para celebrar los cien años del nacimiento de uno de los más prolíficos y notables compositores argentinos: Ariel Ramírez (1921 – 2010).

Con la Dirección Musical de Facundo Ramírez, hijo de Ariel, los artistas hicieron un recorrido musical por el repertorio del genial pianista y autor de obras emblemáticas de nuestro folkore.

La primera parte del concierto se enfocó en Navidad Nuestra, la obra que Ramírez compuso con letra del poeta e historiador Félix Luna, en 1964. Una colección de ritmos folklóricos argentinos que incluyó el chamamé (La Anunciación), la huella pampeana (La Peregrinación), la vidala catamarqueña (El Nacimiento), la chaya riojana (Los Pastores), el taquirari (Los Reyes Magos) y la vidala tucumana (La Huida).

En ese primer segmento de la función se destacaron las actuaciones de Abel Pintos (voz), Facundo Ramírez (piano), El Chango Spasiuk (acordeón), Rodolfo Ruiz (charango), Tukuta Gordillo (aerófonos) y el Coro Estable del Teatro Colón.

«Celebro que el Teatro Colón haya tenido la iniciativa de homenajear la música de mi viejo. Esta música la escribió con el poeta e historiador Felix Luna. Hace un año que estamos trabajando en el formato de este concierto que estamos disfrutando todos los artistas», dijo Facundo Ramírez después de finalizada la primera parte.

Obras de antología

A continuación, se interpretaron ocho obras para piano de Ramírez donde también se destacaron distintos ritmos folklóricos argentinos. Las tres primeras, Cueca de la fronteraZamba Estudio Nº 15 y el chamamé Boca del tigre, con la participación como solista de El Chango Spasiuk. Las tres piezas siguientes, el gato El pampeano, la chacarera La equívoca y el aire de vals peruano El Choclón tuvieron como protagonista al piano de Facundo Ramírez.

Acto seguido, volvió al escenario Abel Pintos para interpretar una sentida versión de la zamba Alfonsina y el mar a dúo con el piano de Facundo Ramírez, y la cueca Juana Azurduy, Las dos últimas piezas mencionadas, dos de las más celebradas del repertorio de Ramírez, levantaron ovaciones de pie del público, que agotó las localidades varios días antes de la función.

La última parte del concierto estuvo dedicada a la Misa Criolla, la obra cumbre del compositor argentino que resultó un éxito mundial inmediato en 1964. Basada en ritmos regionales de la tradición musical argentina e hispanoamericana, la obra recorre las distintas partes de una misa: el Kyrie (baguala-vidala), el Gloria (carnavalito-yaravi), el Credo (chacarera trunca), el Sanctus (carnaval cochabambino) y el Agnus Dei (estilo pampeano).

En la interpretación se lucieron Abel Pintos, Facundo Ramírez, El Chango Spasiuk, Rodolfo Ruiz y Tukuta Gordillo, muy bien acompañados por Leonardo Andersen (guitarra), Lucas Rosan (bajo), Ulises Lescano (percusión) y el Coro Estable del Teatro Colón.

Fuera de progama, los artistas tuvieron que volver a escena dos veces a pedido de los presentes. La primera para interpretar Santafesino de veras, que Ramírez escribió junto a Los Chalchaleros, La Tristecita, compuesta por Ramírez junto a J. Osvaldo Sosa Cordero, y nuevamente Gloria, de la Misa Criolla, con todo el público aplaudiendo y ovacionando de pie.

La segunda vez, Abel Pintos tomo el micrófono y dijo: «Agradecemos al Teatro Colón por permitirnos homenajear al gran maestro Ariel Ramírez en esta catedral de la música mundial». Y luego explicó: «Agradecemos también el esfuerzo muy grande de toda la técnica esta sala que está hecha para poder interpretar música sin amplificación y por eso al principio del concierto hubo que hacer ajustes», y pidió un fuerte aplauso al equpo técnico. «Vamos a repetir aquellas primeras canciones que no se pudieron oír como corresponde», anunció, y el público agradeció.

Un Teatro Colón colmado se vistió de gala para una función histórica que será recordada por muchos años. Un merecido homenaje que estuvo a la altura de la vasta y notable obra de Ariel Ramírez, a 100 años de su nacimiento y 11 de su partida..